miércoles, enero 15, 2014

Los Amantes

La habitación era amplia, tenía una iluminación cálida que hacía que todo fuese familiar.

Sentados al borde de la gran cama, tomados de la mano, ni uno hablaba. Ella trataba de disfrutar el momento mientras él ponía un gesto de preocupación. No había sido fácil llegar hasta ahí, mucho tiempo había pasado para que estos dos amantes pudieran por fin encontrarse y estar a solas.

Ella notó su preocupación, tomó una bocanada de aire, como quien se lanzará a una piscina, se puso de pie frente a él, suavemente tomó su cara en sus manos, lo miró fijamente a los ojos y le dijo “Cariño ¡Deja de pensar! Esta puede ser la única oportunidad que tu y yo tengamos en esta vida de estar juntos” Acercó sus labios a los de él y lo besó suavemente, luego pasó su lengua por su labio inferior y saboreó el sabor dulce de ellos.

Dio un paso atrás y comenzó a sacarse la ropa, él la devoraba con la mirada y sus preocupaciones se desvanecieron, al mismo ritmo con el que ella se quitaba la ropa.

Hundió su rostro entre sus senos, aspiró su olor a hembra y sintió que el mundo giraba. La empujó a la cama para besarla desenfrenadamente, quería quedarse para siempre entre sus brazos aspirando su olor.

Su excitación crecía, no se dio cuenta en qué momento se despojó de la camisa y el pantalón, sólo sabía que su cuerpo necesitaba el calor y el olor del cuerpo de ella en él.

“Jamás olvidarás esta noche” le susurró al oído mientras su mano tomaba uno de sus pezones y lo apretaba, urgiéndolo, demostrando cuánto quería que ella gimiera. Un pequeño quejido escapó de sus labios, quejido que él tomó entre los suyos en un largo beso mientras sus juguetonas manos ya hacían presa del otro pezón.

Su mano bajó por su abdomen, lo apretó, jugó alrededor de su ombligo, y bajó hasta el monte de Venus, instintivamente ella abrió sus piernas, estaba dispuesta a que él hiciera lo que quisiera. Quería abandonarse a sus manos, a su cuerpo ¡Lo deseaba hacía tanto tiempo!

Sus dedos se encontraron con la humedad característica de una hembra en celo, recorrió su clítoris suavemente y lo presionó. Ella arqueó la espalda, quería más, mucho más. Él se dio cuenta pero no la apuraba, se tomaba su tiempo para recorrer su intimidad, de vez en cuando pasaba su dedo por sus labios y luego los besaba, quería que ella sintiera ese olor que lo volvía loco, ese olor por el que estaba arriesgando todo por estar ahí, con ella.

Sin aviso previo hundió profundamente su dedo en ella, ella gimió, arqueó la espalda y él hundió su cabeza en su abdomen, lo mordió, ella gritó de placer.

Los jadeos de ella, la forma como se movía sobra la cama, entregada a sus manos, a su calor, hacían que él imprimiera más fuerza a sus movimientos, dos dedos y aún más profundo, quería llegar hasta sus entrañas, tres dedos y las manos de ella sujetaron su brazo para que llegara más lejos. Ya no gemía, lo miraba fijo pidiendo más.

Sacó sus dedos rápidamente, ella gritó para que no lo hiciera, se puso entre sus piernas y ella supo que al fin lo tendría y sería de él. Le levantó las piernas, de una sola estocada la penetró mientras lanzaba un gruñido y ella se unía a ese sonido animal. Sentía que le quemaban las entrañas en cada estocada, sus senos bailaban al ritmo del vaivén que imponía él.

Él se detuvo, ella lo miró fijamente mientras jadeaba “Mírame, no dejes de mirarme” le pidió, quería hundirse en el mar de sus ojos verdes y no salir nunca más de ese refugio.

Se paró a un lado de la cama y le ofreció su pene erecto. Ella lo tomó en sus manos, lo pasó por su cara, por su frente, por sus pechos, lo quería todo para ella y para nadie más. Pasó su lengua a lo largo de ese falo maravilloso, abrió su boca y lo hundió en ella. Él cerró los ojos y se dejó llevar por el placer que sentía, el calor y la humedad de su boca era exquisita, sentía como su lengua recorría su pene, primero para un lado, luego para el otro, lo succionaba con avidez, giraba sus manos y luego su boca sobre él. De pronto sintió que iba a explotar.

Muy rápido la tomó, la giró sobre la cama y apreció su gran trasero redondo, lo besó, lo mordió, tomó su olor, luego se incorporó y la penetró profundo. Ella gritó pero él no se detuvo, continuó una y otra vez en forma desenfrenada, ella gritaba por más y él, obediente, más le daba.

De pronto ella sintió un calor inconfundible que subía por sus pies y explotó en pequeños espasmos dentro de su vagina, sentía que todo su cuerpo se contraía alrededor de ese pene tan deseado. Él no se detuvo, sintió las contracciones de ella en su pene, lo estimulaban a más. Continuó una y otra vez hasta que explotó en su interior. Gruñó, luego gritó, se apoyó sobre ella para luego rodar a su lado.



Jadeantes aún por el esfuerzo realizado, unidos por un abrazo que parecía eterno, felices por poder al fin estar juntos y satisfechos por el placer, sonrieron sin decir ni una palabra. Deseando que el descanso fuera corto para disfrutar uno del otro por segunda vez.

miércoles, octubre 09, 2013

Pan Amasado con Aceitunas

1 kilo de harina
2 cucharaditas de sal
2 cucharaditas de levadura en polvo
2 cucharadas de aceite de oliva
Esencia de Albahaca
Agua tibia
Aceitunas deshuesadas

Mientras juntaba los materiales pensaba en su marido, hace tiempo que no tenían esa intimidad que a ella tanto le gustaba, recordaba cuando él la tomaba entre sus manos, le gustaba ver su piel blanca contra la piel morena de él.

En un pequeño cuenco puso la levadura y fue lentamente agregando agua tibia y revolviendo suavemente, sentía la tibieza de la mezcla pero sus pensamientos estaban lejos.

Cernió la harina, le agregó sal, la levadura tibia y el aceite de oliva. Los olores se mezclaban en el ambiente mientras amasaba la mezcla imaginando lo maravilloso de la época en que desnudaba a su marido lentamente para luego llenarse las manos de su cuerpo. Ahora solo la masa iba tomando forma bajo sus manos.

Agregó un chorrito de esencia de albahaca, el olor le recordaba a esos días que se perdía en el fondo de la huerta mientras él la perseguía para atraparla apoyada en un árbol, sus manos subían por sus muslos mientras ella sentía desvanecerse.

La mezcla se pegaba en sus manos, entendió que debía agregarle más harina. Suavemente espolvoreaba un poco más de harina mientras pensaba que ya era tiempo de hacer algo.

Cuando ya la masa estaba buena le agregó las aceitunas deshuesadas y picadas, se comió un par y reservó otras tantas, siguió amasando mientras sentía cómo su libido iba en aumento igual que la levadura en la masa.

Armó los pancitos decidida a retomar su vida intima tanto tiempo dejada de lado, los adornó con las aceitunas que reservó, abrió el horno y los dejó dentro.

Se fue al dormitorio donde él retozaba después del almuerzo. “Amor, el pan ya está en el horno” Él levantó la mirada, la vio quitarse el delantal y dejarlo caer al suelo mientras lentamente iba desabrochando su blusa.

Con sus pechos al aire y una sonrisa se acercó a su boca y le dijo “En 40 minutos más el pan estará listo”


* Receta proporcionada por mi amiga Lucía

viernes, mayo 24, 2013

Esa Boca


Lo había conocido hace poco, me parecía un chico lindo, alguien relativamente sano. De esos hombres que miraba de lejos y sabía que podía llevarme a la cama y pasar un buen rato.

Esa noche me había invitado a un restorán donde tocaban jazz, en alguna relajada conversación le había comentado cuánto me gustaba esa música que hacía que mi cuerpo bailara casi sin que yo me diera cuenta. " Tengo muy buenos discos en casa, si quieres vamos a escuchar un poco más de música allá."

De inmediato entendí la indirecta: Música en su departamento = Sexo

Tenía curiosidad por sentirlo cerca de mi piel, por saber cómo besaban esos labios y como se sentía su lengua rozando mi piel.

Tenía de esos típicos departamentos de soltero de dos ambientes, se encontraba todo ordenado y un agradable olor emanaba de él. Me senté en un sillón mientras él buscaba algunos Cd’s y me los entregaba para que escogiera. 

Entre medio tenía música lounge que le pedí pusiera. Los agradables acordes llenaban la habitación, fue a preparar un par de tragos mientras distraídamente miraba por la ventana las luces de la ciudad. Sin querer cerré mis ojos llevada por la calidez de la música y del lugar.

Abrí mis ojos sobresaltada al sentir un dedo acariciando mis labios, estaba sentado junto  a mí , mirándome fijamente . No nos dijimos ni una palabra y comenzamos a besarnos.

Acarició mi cabeza y la empujó suavemente hacia atrás para besar mi cuello, su lengua pasaba por mi oreja haciéndome suspirar, su mano acariciaba suavemente mi abdomen, no se apuraba, lo hacía todo con una serenidad como si tuviera toda la noche sólo para besarme.

Y sin embargo sentía como mis pezones iban lentamente endureciéndose y pequeñas puntadas en mi clítoris hacían que fuera sintiendo mi humedad.

Mordió suave el lóbulo de mi oreja lo que me hizo gemir de placer mientras mi mano instintivamente buscó su pene que ya estaba erecto. En ese momento bajó su mano a mi entrepierna y comenzó a masajearme suavemente mientras yo hacía lo mismo. Sus besos me tenían embrujada, su lengua rozaba mis labios y yo los entreabría invitándolo a entrar. Mi lengua rozó la de él e ingresó a su boca desde la cual dejó escapar un gemido.

Poco a poco nuestra respiración fue aumentando convirtiéndose en jadeos, mi mano no dejaba de masajear su pene por sobre la ropa, lo sentía duro, quería tocarlo pero el embrujo de su boca no me dejaba reaccionar más allá. Sentía como la humedad en mi entrepierna aumentaba con sus caricias, mi ropa interior así como mis pantalones se iban humedeciendo a la par que suaves espasmos dentro de mi anunciaban que en cualquier momento explotaría. Mi cuerpo se movía en forma involuntaria mientras mi otra mano sujetaba la suya para que no dejara de acariciarme mientras con la otra seguía en su frenético movimiento sintiendo su rigidez.

Y su boca... su boca me tenía loca... mordía el lóbulo de mi oreja, luego con su lengua recorría mi cuello para acabar en mis labios, la hundía en mi boca recorriendo cada rincón para luego salir, tomar aliento, dejar escapar un gemido y continuar.

Hasta que de pronto supe que me iba a venir, mis manos se aferraron a él en forma desesperada, mi cuerpo se arqueó y un fuerte gemido salió de mi boca mientras él no dejaba de tocarme aún con más fuerza, haciendo que mi clítoris palpitara desenfrenadamente.

Él seguía excitado y sabía que tenía que continuar hasta que se viniera. Continué exactamente como lo estaba haciendo hasta ese momento, no dejábamos de besarnos. Con un susurro en mi oído me dijo “No dejes de tocarme, estoy que me vengo” Con esas palabras me dispuse a tocarlo lo mejor que podía pues no nos habíamos quitado la ropa.

Mi mano recorría su pene de arriba abajo, mi boca junto a la de él sentía su jadeo y observaba como entrecerraba sus ojos para entregarse por completo al gozo. De pronto él sintió una puntada bajo su vientre y supo que se iba a venir, tomo mi mano y la aprisionó contra su pene para que sintiera cómo se venía.

Sentí cómo su pene palpitaba rítmicamente bajo la presión de mi mano mientras gemía pegado a mi boca. “Quiero que me sientas” decía mientras sus espasmos iban desapareciendo poco a poco.

Seguimos besándonos un poco más mientras mi mano seguía en su pene, comencé a moverla lentamente pero me detuvo “Ahí debajo hay un gran desastre, vamos al baño”

Lo que pasó después es material para otro relato.

miércoles, abril 03, 2013

Noche de Fiesta


La fiesta estaba por terminar, se había pasado la noche coqueteando con el hombre más guapo de todos y él había dado respuesta satisfactoria a sus insinuaciones.

Esa noche quería sentirse hembra y lo estaba consiguiendo.

-          Para donde vamos ahora?

Preguntó arrugando un poco la nariz como si no le importara la respuesta. Él la tomó por la cintura y le susurró al oído “Crees que no sé que quieres acompañarme a mi departamento?”

Fueron caminando pues estaban cerca. En el camino él no dejaba de tocarla lascivamente por debajo del abrigo. Ella reía cada vez que él le daba un pellizco en su trasero torneado y de vez en vez la mano de ella pasaba rozando levemente el cierre de su pantalón.

El departamento no era grande pero sí decorado con muy buen gusto. Apenas alcanzó a tener una visión general del espacio cuando él la tomó y violentamente la arrojó contra la pared y mordió sus labios antes de besarla.

Su pulso se aceleró, comprendió que esa sería una gran noche.

-          Vamos a ver putita qué tan buena eres en la cama…

Sonrió mientras acariciaba entre sus piernas sintiendo bajo la presión de sus manos como se iba poniendo cada vez más duro.

La siguió besando mientras se sacaban frenéticamente la ropa, necesitaban sentir sus cuerpos, sentir el roce de sus pieles hambrientas de caricias.

Tomó los senos en sus manos y los acarició suavemente para luego morder los pezones turgentes, uno primero y el otro después mientras ella daba pequeños gemidos de placer. Sentía como se mojaba lentamente preparando su cuerpo para recibirlo.

Se alejó, la miró y ella comprendió lo que quería.

Se arrodilló frente a él y lentamente desabrochó su pantalón hasta que descubrió su pene erecto, duro, grande, esperando por su boca. Comenzó a chuparlo lentamente, a los pocos segundos él la tomó por el cabellos y la empujó atrás.

-          Chupa bien puta…

Dijo mientras le daba una cachetada que la excitó aún más.

Continuó chupando con mayor frenesí. Lamiendo de un lado para otro, saboreando la piel tersa, sintiendo el olor que emanaba de su piel. Nuevamente él la detuvo. Le dio otra cachetada y le dijo “Así no, así!” mientras sujetaba su cabeza e introducía su pene casi por completo en su boca. Se movía frenéticamente y ella sentía que se ahogaba, algunas lágrimas salieron por sus ojos lo que hizo que él se detuviera.

-          No llores puta, ahora verás lo que es bueno…

Sintió miedo frente a esas palabras, pero estaba lo suficientemente excitada como para dejarse llevar y ver qué más le esperaba.

La llevó hasta la cama, le sacó la falda y su pequeña ropa interior, la obligó a subir a la cama apoyando su cara contra la almohada, levantó muy bien su cola con las piernas abiertas dejando a la vista toda su concha húmeda.

Deslizó un dedo para comprobar lo húmeda que estaba, luego dos, masajeó por un rato el clítoris e intempestivamente hundió dos de sus dedos mientras ella gemía de placer. Como macho en celo sacó los dedos y tomó el olor que en ellos había quedado antes de pasarlos por la boca de ella “Toma, esta eres tu” ella chupó sintiendo su olor y sabor.

Con sus manos abrió aún más sus nalgas para poder ver bien todo lo que le esperaba. Comenzó a lamer el clítoris, pasaba su lengua en suaves círculos, de abajo hacia arriba y viceversa. Su lengua comenzó a explorar aún más allá llegando a su culo. Era muy limpia, pensó, no tenía olores desagradables, solo el olor a hembra que lo mantenía loco.

Siguió chupando su intimidad por completo mientras de cuando en cuando metía sus dedos en su conchita, hasta que en un minuto comenzó a meterle suavemente un dedo por el culo. Ella pegó un pequeño salto mientras un grito ahogado salió por su garganta.

“Tranquila” le dijo mientras le daba una palmada, “no te pasará nada que ya no hayas hecho” El gemido dio paso a una risa nerviosa. Más gemidos llenaron la habitación cuando él continuó lamiendo y metiendo sus dedos, explorando su interior.

Sentía que iba a explotar en cualquier momento, bajó su mano para sentir lo hinchado que estaba su clítoris y sin dudar le rogó que la cogiera de una vez por todas.

Se detuvo, se hincó detrás de ella y le dio una buena nalgada que la hizo gritar, antes que se diera siquiera cuenta él la embistió con fuerza, con tanta fuerza que nuevamente gritó pero esta vez de placer. La golpeaba con sus muslos mientras se movía ferozmente detrás de ella. Hacía tiempo que un hombre no la trataba así. Como una verdadera puta, como una perra.

“Soy tu perra” comenzó a decir muy suave “Qué dijiste?” “Soy tu perra” “Más alto” “Soy tu perra!” gritó desaforada, sintiendo que no podía más. Estaba a punto de correrse y él lo notó.

“No tan rápido” sacó su pene mientras ella jadeaba más que nunca, sabía que necesitaba acabar, bajó una mano a su clítoris para darse un poco de placer pero él la detuvo. Acarició sus nalgas redondeas y las golpeó un poco para luego volver a hundir un dedo suavemente en su culo, luego hundió dos… “Por favor…” alcanzó a decir justo antes que él comenzara a meter su pene en su culo. “Ahora sí putita, tócate…”

Entraba y salía suave de su culo mientras tocaba su clítoris, metió un dedo en su concha, estaba húmeda y caliente, luego metió dos dedos y sintió en su interior cómo él entraba y salía de su culo.
Entonces perdió la noción del tiempo, sólo era él su pene entrando por su culo y sus dedos en su concha. De pronto sintió un estremecimiento, él se detuvo un poco y gritó mientras ella se retorcía de placer bajo su peso.

Ambos cuerpos yacían uno al lado del otro bañados en sudor y sexo “Qué rica puta me encontré” le dijo mientras ella mordía suavemente el lóbulo de su oreja.

miércoles, agosto 08, 2012

Pasión sin Límite


El invierno no parecía acabar nunca. Nunca le había gustado el invierno y este en particular había tenido demasiados problemas como para que comenzara a gustarle. Siempre tenía la impresión que el verano y su calor hacía que los problemas se alejaran con una facilidad abrumante y eso le encantaba. Aún cuando hubiese gente que la tratara de tonta por eso.

Poco importaba, al fin y al cabo mientras otras personas se preocupaban de su inteligencia ella lo pasaba bien.

Sin darse cuenta ya había llegado al pequeño y confortable apartamento que disfrutaba en un sector alejado del bullicio y con una magnífica vista. No hizo más que entrar y sentir que su teléfono móvil sonaba.

-          ¿Estás preparado para mí? ¿Eso crees? Sube, te espero.

Siempre era bueno tener un amante que la sacara del aburrimiento. Pero este en particular le gustaba mucho pues sabía exactamente lo que a ella le excitaba y lo que la hacía feliz.

Se quitó la ropa, iba a dejar su ropa interior puesta y luego pensó ¿para qué? Al final igual iba a quedar desnuda. Dejó la puerta junta y se fue a tender a la cama y lo esperó ansiosa.

Se demoró en subir hasta el departamento, quería que ella lo esperara un poco más. Se sentía excitado, se aseguró de estar lo suficientemente excitado tocándose mientras subía el ascensor. Quería que ella viera el deseo que tenía de poseerla.

Iba a tocar la puerta cuando se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta, Dijo su nombre en voz alta y sintió una risita ahogada que venía desde su habitación. Instintivamente supo que ella ya estaba lista para él.

Cuando lo vio entrar a su habitación abrió sus piernas “Te estaba esperando ¿por qué tardaste tanto?” La mano de él comenzó a subirle por las piernas y violentamente hundió un dedo en su interior lo que le arrancó un pequeño grito. Estaba húmeda y excitada, tomó su muñeca para que no pudiera retirar la mano de su interior.

“¿Quién es mi putita?” le preguntaba mientras su mano jugaba a dibujar en la vagina húmeda y caliente, esa vagina que lo volvía loco. Ella apenas podía hablar de placer pero él insistía en la pregunta “¿Quién es mi puta?” le gritó. “Yo” alcanzó a decir antes que él sacara su mano, la agarrara firmemente del pelo y la obligara a chupárselo.

Amaba hacer eso, tenía el tamaño perfecto para su boca y le encantaba su sabor. De pronto él la tomó del pelo y la hizo mirar hacia arriba “Abre la boca” ella obedeció y sintió como él dejaba caer su saliva sobre su cara. Sintió ganas que la violara pero no funcionaría pues estaba excitada al máximo, tanto que con sus dedos tocaba su clítoris y se los metía repetidas veces esperando el momento en que él estuviera dispuesto a montarla.

“Ponla entre tus senos” se tendió en la cama y dejó que ella pusiera su pena entre sus senos, con sus manos los sujetaba para que el viera y sintiera sus senos, de vez en vez trataba de alcanzarlo con la lengua pero no podía.

Nuevamente y sin aviso la agarró del pelo y la obligó a abrir la boca, escupió en ella y la obligó a seguir chupando su pene, la tomó por la cabeza y no la soltó. Ella sentía que le faltaba el aire pero no podía moverse, no podía gritarle que la soltara.

De pronto sintió como la piel de él se tensaba, había llegado su momento y ella estaba dispuesta a recibirlo. Pero la soltó antes y comenzó a acariciarle los senos mientras se calmaba un poco. No quería que esto fuera sólo para él, quería llevarla a la gloria con él.

Mientras él la acariciaba ella llevó sus manos a su clítoris, pero él fue más allá e introdujo un dedo en su ano mientras ella seguía jugando en su interior.

La puso de lado y comenzó a embestirla con mucha fuerza, la primera embestida le sacó gritos de placer, sentía que su deseo era tan grande que no iba a acabar nunca. Su mano se deslizó y la puso de tal forma que lo sentía entrar y salir, tenía la pierna levantada para que él pudiera penetrarla hasta el fondo.

La puso de rodillas y entendió la posición, apoyó sus manos en el respaldo y él abrió sus nalgas, pasó su lengua entre vagina y ano lo que la volvió loca. “Quédate quiera” le había ordenado justo antes de penetrarla en forma anal.

Sus gritos aumentaron, mezcla dolor y placer, hasta que sintió la explosión en su interior. La besó largamente mientras su mano sentía los fluidos que se deslizaban por sus piernas. Le dio una palmada y la mandó al baño. “Prepárate, que tengo más para ti”

miércoles, abril 18, 2012

Campo de Cereza


El viaje había sido largo, pocas veces salía de la ciudad y manejaba tantos kilómetros. Esperaba que el sacrificio valiera la pena.

La antigua casona estaba como siempre, entre palmeras y viejos árboles. Se bajó del auto y notó que no había nadie en la casa. La puerta estaba como siempre abierta, sólo la perra policial apareció moviendo lentamente su cola.

El olor a naturaleza la volvía loca, hacía que se sintiera conectada con su interior. Caminó por el sendero que la condujo hasta los árboles de cerezos, la fruta ya estaba madura y después de algunos metros se detuvo y comenzó a comer las cerezas maduras que colgaban por todas partes.

No sintió detrás de ella unos pasos que se acercaron cautelosos.

Rod la tomó por la cintura haciendo que se sobresaltara, la giró sobre su eje y la besó largamente.

Lily echó hacia atrás su cabeza y rió. Era una perfecta bienvenida: Rod vestido con ropas de trabajo, con la mezcla perfecta entre los olores de la naturaleza y de macho que quiere poseer a su hembra.

-          ¿Disfrutando de mí fruta, pequeña ladrona?

Un brillo especial había en los ojos de Rod, ese brillo que acompaña a la casería del macho.

Lily tomó otra cereza y la llevó a su boca sin dejar de mirar a los ojos de Rod y sin decir ni una sola palabra. Entonces Rod impulsado por el deseo que lo consumía desde el minuto que vio desde lejos la diminuta figura de Lily deslizarse por la hilera de cerezos, tomó una cereza madura, la apretó en su mano y luego la pasó por los labios de Lily para luego besarla apasionadamente.

El sabor de la fruta madura entre sus labios provocó que Lily sintiera el impulso inmediato de arrodillarse frente a ese hombre y tomar entre sus manos lo que consideraba suyo. Pero se detuvo.

Lentamente Rod comenzó a besar su cuello mientras desarrollaba los botones de su blusa, quitó el pequeño corpiño y tomó en sus manos esos senos con pezones turgentes que venían a él en sueños. Tomó más cerezas que estrujó en sus manos y luego masajeó los senos de Lily suavemente para terminar pasando su lengua suavemente por cada uno de ellos, los lamía y mordía suavemente provocando en Lily oleadas de placer.

Lily trataba de contener los gemidos que pugnaban por salir de su garganta cada vez que Rod mordía uno de sus pezones. Los hombres no saben cuánto placer provocan esos pequeños mordiscos, a veces se toman los pezones con demasiada delicadeza, pensaba Lily, mientras alababa que Rod fuera un poco más  brusco que los típicos amantes citadinos.

Rod hundió su mirada en los verdes ojos de Lily y comenzó a soltar su cinturón, invitando a Lily a continuar. Se arrodilló frente a él y terminó el trabajo. Lily vio el glande hinchado por el deseo y pasó su lengua por él haciendo círculos a su alrededor haciendo gemir a Rod de deseo.

Rod puso en la mano de Lily algunas cerezas, comprendió lo que quería, las aplastó como pudo y masajeó el miembro viril que se le presentaba como la mejor de las frutas, lamió la fruta a su alrededor, lo introdujo lentamente en su  boca para saborearlo hasta el fondo para luego seguir con suaves movimientos de adentro hacia fuera, levantaba su pene para alcanzar con su lengua la parte más baja y pasaba a chupar sus bolas sabrosas a cereza, con una mano lo masajeaba mientras apretaba con sus labios ese glande que la tenía loca mientras que con la otra mano masajeaba los glúteos de Rod, en un impulso salvaje trató de penetrarlo con uno de sus dedos en el ano pero temió que él se asustara, hizo círculos a su alrededor sabiendo el placer que él estaba sintiendo con esos movimientos.

lunes, marzo 12, 2012

Noche para Tres

- Vamos, te lo voy a presentar

Se sentó en el asiento del auto mientras su amiga Caro dirigía una mirada furtiva hacia la casa de sus tías quienes las despedían rogando que tuvieran un buen viaje de regreso a Santiago.

- Te advierto, tienes que tener cuidado con Rod


Las advertencias estaban de más, Lily estaba acostumbrada a tener que lidiar con patanes y hombres que se le acercaban por una sola razón. Trataba de ocultar lo más que podía ese instinto animal que los hombres percibían en ella. El deseo la consumía por dentro, en sus sueños, en sus pesadillas, durante todo el día no pasaba más de una hora sin que ella se detuviera a pensar en sexo.

- ¿Estás segura que es por aquí?

Habían recorrido ya un buen tramo de un camino de tierra rodeado de plantaciones y Caro no daba con la casa, existía la posibilidad que no diera con ella pues todo había cambiado después del terremoto hacía ya dos años y Caro no iba a esa casa desde hacía ya mucho tiempo.

Se detuvieron frente a una casona antigua, aparentemente esa era la casa. Entraron en el auto pero parecía que no había nadie. Caro golpeó la puerta varias veces mientras Lily permanecía de pie junto al auto. El viento era agradable, el sol de la tarde golpeaba su rostro pero no le molestaba.

De pronto el viento trajo a ella voces a lo lejos.

- Mira por el costado, sentí voces desde ese lado

Caro se encaminó al otro lado de la casa y pronto se sintió las risas. Lo habían encontrado.

Lily vio acercarse un hombre alto y sonriente. Se levantó los lentes oscuros para verlo mejor y su sangre dio un salto en su estómago. Era lo que ella esperaba: alto, las canas ya habían comenzado a aparecer en sus sienes, un hombre interesante… muy interesante.

Pasaron al corredor preparado como pequeño salón y comenzaron a conversar. Caro y Rod tenían mucho que hablar y Lily sólo se limitaba a escuchar la conversación.

- ¿Ustedes están apuradas?

El viaje terminaba ese día, pero no era necesario volver ese mismo día por lo que decidieron quedarse. Rod era un buen anfitrión, fueron al pueblo a comprar algunas cosas para comer algo juntos y regresaron al campo.

La fogata bajo los árboles y el olor a la carne que se asaba lentamente traían a su mente muchas ideas, sentimientos que eran aumentados por el dulce sabor de un vino que desaparecía rápidamente en sus labios.

Sus ojos se detenían a veces en los de Rod provocando diversas sensaciones ¿Cómo sería pasar la noche con ese hombre? ¿Sería tan perturbador como ese par de ojos negros que a cada cierto rato se detenían en ella?

Caro hablaba y hablaba, dejando a Lily sumida en el silencio, incluso a veces haciéndola sentir torpe pues poco podía aportar en ella.

De pronto Caro se levantó y decidió entrar en la casa mientras Rod iba en busca de una tercera botella de vino, el sol ya se había entrado y la luna llena se asomaba ya por la cordillera.

Se demoraron no más de cinco minutos “¿Se notó mucho?” le preguntó Caro, dejando entrever que ya algo había entre ella y Rod. Lily rió porque no pensó que su amiga fuese tan evidente. “Se demoró muy poco” cinco minutos es muy poco para ella, Lily necesitaba más tiempo para sólo darse un par de besos.

Siguieron comiendo y tomando, de pronto Rod se levantó pidió permiso e internó a Caro en la oscuridad de la noche. Volvió a sentirse algo tonta, ahí sola, en un lugar que no era el de ella.

Al regreso Caro entró nuevamente en la casa y la dejó sola con Rod, comenzaron a hablar un poco de ella y un poco de él. Hasta que de pronto él se levantó y le dijo “Acompáñame”

-         ¿Para qué? Ya tuviste a Caro… no creo que me necesites a mí.
-         Acompáñame…

Esta vez no se pudo negar, su corazón latía y sentía el deseo desbordándose por su piel. Caminaron un tramo del camino, de pronto él la tomó y sin decir nada, sin siquiera una caricia o un beso él la tomó por la cintura y rápidamente desabrochó su pantalón y la puso contra la cerca.

Lily no alcanzó a decir nada cuando sintió la primera embestida, furiosa, salvaje, como si llevara mucho tiempo esperando por ese momento. Tuvo que hacer esfuerzos para que sus gemidos no salieran de su garganta y no alertaran a Caro de lo que estaba pasando, de pronto sintió la esperada explosión en sus entrañas. Algo exhausta se dio vuelta para arrodillarse frente a él y poner en su boca su miembro.

Era tal como lo había sentido: grande, sabroso, el olor de su piel se confundía con los de la naturaleza y la luz de la luna a sus espaldas no dejaban que ella viera su mirada.

La levantó y la volvió a poner contra la cerca para continuar con su faena, el dolor mezclado con el placer y los intentos porque sus gemidos no se escaparan hicieron que Lily hundiera su mano derecha entre las espinas de una rosa, era su salvavidas para no gritar de placer por segunda vez.

Deben haber estado unos 15 a 20 minutos según lo que ella calculó, a su regreso Caro no estaba. Rod fue a ver dentro de la casa y encontró a Caro durmiendo en un sofá en el corredor.

Continuaron tomando y hablando apenas unos pocos minutos más cuando él la invitó a su cama a dormir. Lily no lo pensó mucho, se levantó y fue tras él.

La habitación estaba al lado del corredor y no tenía puerta. Rod aún no terminaba de arreglar la casona de sus padres que ahora le pertenecía y una de las cosas que faltaban eran las puertas en los dormitorios.

Rápidamente se sacaron la ropa y se tumbaron en la cama. Rod quería un masaje en la espalda y a Lily le encantaba hacerlo, siempre le había gustado tener el placer de pasar sus pequeñas manos por la espalda de un hombre fuerte, sentir sus músculos distenderse lentamente hasta que el cansancio lo hizo dormir. O por lo menos eso pensó ella.

A penas se acomodó a su lado él la atrajo hacia él penetrándola nuevamente. No necesitaba que él hiciera ningún juego extra, hacía mucho rato que el deseo la inundaba y lo único que quería era sentir su gran miembro dentro de ella, empujando una y otra vez, buscando en su interior el punto exacto donde hacerla estallar.

Una, dos, tres… Lily perdió la cuenta de sus orgasmos, siempre había sido así: una pequeña gatita multiorgásmica, una vez que comenzaba, le costaba detenerse.

Durmió a su lado, sintiendo los ruidos de la noche, cada crujido la hacía abrir los ojos y sentir como Rod la mantenía abrazada mientras dormía. De pronto los pasos de Caro hicieron que se tensara su cuerpo. Sintió que la había traicionado.

Caro entró a la habitación y los vio dormidos, abrazados y desnudos. “Maldición, esta puta me ganó” se encaminó hacia otra habitación mientras pensaba cómo vengarse de Lily.

Podría dejarla abandonada en ese pueblo, podría humillarla frente a Rod, podría hacer muchas cosas… sus pensamientos iban y venían hasta que finalmente se quedó dormida.

De pronto un movimiento en la cama hizo que Lily se despertara, las manos de Rod la acariciaban, tomaban sus pechos y los apretaba repetidas veces, luego sus manos bajaron hasta su sexo y ella sintió nuevamente la primera embestida.

Con fuerza, una y otra vez, adentro y afuera, ella tenía pequeños orgasmos mientras el interior de su vagina apretaba su miembro provocando oleadas de placer. La puso boca arriba y cubrió su cuerpo con el de él mientras seguía moviéndose frenéticamente a un compás que cambiaba tan frenéticamente como sus ganas. Rod tomó una pierna de Lily y la levantó para poder entrar con más fuerza, el placer era inmenso, casi incontrolable.

El reloj despertador sonó con fuerza, Lily lo tomó y trató de apagarlo pero no pudo, unos minutos más tarde volvió a sonar y se lo pasó a Rod para que lo detuviera. Se acomodó a su lado para seguir descansando pero Rod quería más, necesitaba sentir nuevamente el calor de Lily en su miembro.

Se arrodilló de espalda a ella y la obligó a poner sus caderas en alto mientras hundía su cabeza en las almohadas, Rod comenzó nuevamente a embestirla con fuerza mientras Lily ahogaba sus gemidos en el colchón. Lily quería que la golpeara en las nalgas, siempre le gustó esa posición, siempre le había gustado que en el paroxismo y el desenfreno del sexo la golpearan, pero él no lo hizo.

Se arrulló a su lado y siguieron durmiendo un rato más, hasta que de pronto los pasos de Caro por el pasillo hicieron que volviera a despertarse.

Rod se incorporó en la cama y la invitó a acostarse a su lado, no habían pasado más de cinco minutos cuando Lily se dio cuenta que Rod comenzaba a embestir a Caro al lado suyo. No supo reaccionar, no se movió mientras sentía a Rod moverse acompasadamente mientras la respiración de Caro iba en aumento. De pronto sintió como la mano de Rod se deslizaba por su cadera hasta llegar a su clítoris, hundió repetidamente sus dedos en su vagina, haciendo que Lily comenzara a moverse acompasadamente al mismo ritmo de él y de Caro.

La mano de Rod seguía en uno de sus senos y lo apretaba repetidas veces, haciendo que Lily no se moviera, el deseo crecía dentro de ella así como la turbación que le provocaba escuchar el sonido de la boca de Caro en el miembro de Rod, ese sonido inconfundible del sexo oral la excitaba lo suficiente como para que se diera vuelta y comenzara a besarlo en la boca.

Él la miró “Chúpamelo” le dijo en un susurro a lo que Lily se negó. Una parte de ella quería entrar en el juego. Se dio vuelta en el preciso instante que Caro se acomodaba al lado de él para descansar, Rod se dio media vuelta, la tomó por la cintura y comenzó a penetrar nuevamente a Lily.

Sus sentimientos encontrados hacían que Lily no supiera bien qué hacer, simplemente se dejó llevar por el compás que exigía Rod, cada cierto tiempo la embestía con más fuerza, haciéndola encontrar el éxtasis.

Después de una pausa Caro se levantó para llamar por teléfono y dar instrucciones a su empleada en Santiago.

Rod estaba boca abajo y Lily comenzó a acariciar su espalda, comenzó a bajar lentamente hacia sus nalgas, su mano recorría ese cuerpo que ahora nuevamente le pertenecía solo a ella. Le pidió que se diera vuelta y pudo ver una sonrisa en los labios de Rod, su lengua comenzó a recorrer su pecho, se detuvo en uno de sus pezones y lo mordió suavemente para continuar bajando hasta su miembro aún erecto frente a ella.

Su lengua rozó la punta muy suave, lo estimulaba sólo con la lengua, de abajo hacia arriba y viceversa, metió en su boca una de sus bolas mientras percibía el olor a sexo que inundaba la habitación. Sin usar las manos metió el miembro de Rod en su boca y lo fue saboreando lentamente, su lengua presionaba el freno del prepucio, los gemidos de Rod la empujaban a continuar con más fuerza. Giraba su boca alrededor de su miembro, apretándolo suavemente con sus labios. Lo montó rápidamente haciendo girar sus caderas, urgiéndolo cada vez que se levantaba para qué él buscara su centro.

Sus caderas se movían salvaje sobre él mientras veía la expresión de deseo en su rostro, cuando sintió un nuevo orgasmo, puso su mano bajo la nuca de él para atraerlo y poder saborear su oreja mientras no paraba de moverse. Al segundo orgasmo se dejó caer a su lado, justo en el momento que Caro volvía a entrar a la habitación.

-         Estoy preparándome para volver a Santiago, no sé si te quieres quedar o te vas conmigo…

Lily inmediatamente dijo que se iba con ella, había un tono que no le había gustado y prefería irse antes que quedarse ahí para luego ser objeto de murmullos. Lily ya no estaba para esas cosas.

Se levantó y se fue al baño, sabiendo que Caro iba a terminar la faena que ella ya había comenzado.

Apenas salió de la habitación, Caro comenzó a acariciar el miembro aún erecto de Rod, su boca buscó la de él, hambrienta y celosa dejó que Rod la penetrara una y otra vez hasta que sintió que Lily salía del baño.

Ya en la carretera el silencio entre ambas se hacía a ratos insoportable, hasta que Caro rompió el silencio y le preguntó “¿Te dio su teléfono?” Lily sabía que Caro había dejado todos sus datos personales anotados en un papel en la mesa del comedor para que Rod se pusiera en contacto con ella, sabía que su amiga estaba celosa.

-         No ¿para qué?

Fue la escueta respuesta de Lily, no quería ahondar en el asunto. Volvió su cara hacia la ventana mientras una sonrisa se dibujaba en su cara. En el momento de la despedida había deslizado en el bolsillo del pantalón de Rod su dirección de correo.