jueves, octubre 26, 2006

UNA FANTASÍA...

Tu mirada no deja libre mis ojos, siento oleadas de pasión recorrer mi cuerpo, entre fascinada y asustada por la escena que acabo de presenciar. No distingo tus movimientos imperceptibles que le han dado ordenes a tus esclavos para que me lleven ante tu presencia: Estoy hipnotizada por la oscuridad de tus ojos. Tus esclavos me toman suavemente por los brazos, sólo en ese momento me doy cuenta que se han acercado, no siento mis pies, sigo hipnotizada por tu mirada.

Me dejan en el centro de la habitación... mi respiración se hace cada vez más reposada, hasta que me atrevo a hablarte "Así que esta es la sorpresa que me tenias? Extraña, por lo demás, y sin embargo me gusta. Quiero ver qué más me tienes preparado" Al fin bajas de tu pedestal para quedar frente a mí, puedo sentir tu aroma, también puedo ver los ojos de tus esclavas, suplicantes, aún arrodilladas, esperando por ti... Mi barbilla levantada, desafiante, produce en ti una sonrisa. Hábilmente, como un león que tiene delante de sí a su presa, quitas mi camisón verde y dejas al descubierto mi blanca piel, sólo mi cabellera roja como el fuego trata de cubrir sutilemente mis pechos redondeados coronados por pezones rosados que se encuentran erguidos orgullosamente frente a ti, tus manos los recorren mientras tus ojos examinan centímetro a centímetro mi piel, clavas tu mirada en el tatuaje al lado de mi ombligo "qué es esto?" preguntas, "Una mariposa que jugaba conmigo, quedó ahí para entretenerme en mis ratos de ocio" Tus esclavas miran la escena con envidia, Su señor está acariciando a otra, alabando a otra.

Tus labios se acercan peligrosamente a los míos, cuando ya están a punto de llegar, mi boca esquiva la tuya y mi lengua comienza a bajar lentamente por tu pecho lleno de sudor, lamo suavemente esas gotitas, mi lengua se detiene a jugar con tus propios pezones mientras echas para atrás tu cabeza, disfrutando de los suaves ronroneos que salen sin parar de mi garganta... poco a poco comienzo a seguir bajando cuando de pronto siento las manos de tus esclavos detenerme... me empujan hacia atrás y me obligan a hacerles lo mismo "Creías que iba a ser muy fácil?" tus palabras golpearon el aire y mi orgullo.

Dejo que tus esclavos acaricien mi cuerpo suave como el terciopelo, me han puesto reclinada sobre una tarima, mientras uno abraza y besa mis pechos, el otro me ha obligado a abrir mis piernas para descubrir cuán mojada estoy. Tu esclavo juega suavemente con mi clítoris y hunde una y otra vez sus dedos en mí. Mis gemidos de gata comienzan suavemente a llenar la habitación. Ahora están ambos esclavos besando mi cuerpo, recorriendolo, llenandome de excitación y deseo. Lentamente tus esclavos introducen un vibrador dentro de mí, una y otra vez, de pronto abro los ojos y me encuentro en el oscuro abismo de tus ojos, estás frente a mí, observando mi rostro deformado por el placer "Así es como te gusta gatita?" "Si, así, una y otra vez, hasta que ya no pueda más" mis palabras son gritos que cruzan y llenan la habitación mientras tus esclavas han comenzado a tocarse la una a la otra, inundadas de deseo... y despecho pues ya no son el centro de adoración de Su Señor.

Un grito mío y tu cara se llena de satisfacción al saber que he llegado al climax, ordenas a tus esclavos que se vayan a un rincon, mientras no paro de jadear, me obligas a ponerme boca abajo, no quiero, pero me obligas a levantar mi culo... lo examinas, lo acaricias, le das suaves palmadas y entre medio lo apretas para probar lo duro que es, quiero escapar, pero no me dejas, aún así, intento darme la vuelta... golpeas mi culo con fuerza y ordenas que me sujeten las manos, un dedo tuyo comienza a dilatar mi ano, suavemente, luego con mayor intensidad, mis gemidos mezcla dolor y excitación te excitan cada vez más. Aprovechas de dilatarme con una mano, mientras con la otra urgas en el interior de mi vagina, buscando el lugar exacto, de pronto y casi sin darme cuenta, me penetras con fuerza, un grito sale de mi garganta y sigo tratando de escapar, pero tus esclavos no me dejan "Ya gatita, tranquila, veras como te domo, veras como terminarás por comer de mi mano" al sentir el ir y venir de tu pene en mi interior, comienzo suavemente a moverme a tu compás, para sentir todo el placer dentro de mí. Tus esclavos ya no me sujetan, ahora me acarician y me besan mientras tu siges en tu faena, me levantas un poco mientras uno de tus esclavos toma posición bajo mi cuerpo, entonces, suavemente, me penetra por la vagina mientras tu siges por mi ano. La escena deja sin respiración a tus esclavas que han dejado de acariciarse la una a la otra para masturbarse cada una a su propio ritmo.

De pronto mis gritos se mezclan con un profundo gemido tuyo que indica tu explosión, mientras tu esclavo sale de su posición, me incorporo un poco, aún estás dentro de mí, tu mano gira mi barbilla y me besas profundo mientras me dejas en libertad.

martes, octubre 17, 2006

CLAUDIO

Cada vez que voy a tu departamento me pasa lo mismo: aún no llego y ya me siento excitada, el sólo hecho de subir al ascensor hasta el piso 6 y caminar por ese pasillo me excita y me deja lista para ti.

La piel se me eriza al recordar cómo abriste la puerta la última vez para apenas saludarme, apenas dí un paso adentro y tu cerraste la puerta para detenerme contra la muralla y escarbar bajo mi chaqueta mis pechos. Abriste grande tus ojos oscuros al darte cuenta que no traía ropa interior: tal como siempre me lo habías pedido. Tus manos ávidas de mi cuerpo comenzaron a tocar cada centimetro de mis pezones, levantaste mi blusa y tu lengua comenzó a lamerlos, uno primero, el otro después, mientras tus manos buscaban mi humedad escondida bajo un par de pantalones.

No teníamos tiempo para llegar a la cama, nisiquiera para quitarnos la ropa por completo, en un arrebato de excitación caí de rodillas frente a ti para dejar escapar tu pene dentro de mi boca, mi lengua viajaba desde tus bolas hasta la punta del prepucio, primero rápido, luego lento y después adentro, hasta lo más profundo de mi garganta, hasta que mis labios adormecidos ya casi no sentían el taco de tu piel.

Me recostaste sobre el sillón, las cortinas estaban abiertas, cualquier persona que hubiese estado en un edificio cercano nos podría haber visto, eso te excitaba más, el sólo pensar que alguien iba a ver cómo tu cabeza se posaba entre mis piernas, como mi cara se transformaba con la excitación de sentir tu boca en mi vagina, de sentir tu lengua en mi clitoris, de sentir cómo bajabas hasta mi ano para besarlo mientras tus dedos se apoderaban de mi vagina, buscando ese lugar que bien conoces donde me haces explotar de placer una y otra vez, todo para que tu boca pueda disfrutra de chorros de pasión y deseo que salen de mi cuerpo.

Al fin te sentaste sobre el sillón y pude sentarme sobre ti, dandote la espalda, subiendo y bajando a tu propio ritmo, tocando mi clitoris con mi mano, estimulando a la vez tus bolas que bailaban al mismo ritmo que mi cuerpo, sintiendo miles de ojos sobre nosotros que nos miraban con hambre de sexo, hasta que sentí correr tu semen dentro de mi, hasta que olas de placer inundaron mi cuerpo.

Al fin pudimos terminar de quitarnos la ropa y descansar un poco en tu cama, sólo lo suficiente antes de que tu mano traviesa, comenzara a buscar nuevamente mi vagina, tus dedos se volvieron a introducir en mí, buscabas nuevamente mi humedad, pero también buscabas dilatar mi ano para poder penetrarlo, esa penetración que ha sido tan esquiva para ti y que tanto deseas… Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de tus dedos y mi mano bajó para ayudarte en tu trabajo, veía tu pene cerca de mí, quería tocarlo, quería chuparlo, quería que me penetraras nuevamente en forma salvaje. Me pusiste boca abajo con mi cola bien parada para poder penetrarme lentamente, luego más rápido, mi mano buscaba tus bolas desesperadamente para acariciarlas, las toqué mientras sentía cómo tu pene penetraba una y otra vez por mi vagina, sentí en mi mano cómo tus venas estallaban al mismo tiempo que tu semen corría por mi interior.

Pero yo estaba demasiado excitada, no podía llegar al orgasmo. Me pusiste boca arriba y con tus manos seguiste buscando en mi interior, grité por un orgasmo largo y pronunciado, sin embargo no llegaba. Tus dedos siguieron en mi interior, mis manos seguían en mi clítoris, hasta que al fin sentí cómo estallaba en tus dedos.

Lo sentiste y comenzaste a limpiarme suavemente con tu lengua, no querías dejar ese liquido maravilloso regado por las sabanas, lo querías todo para ti, tu lengua se movía una y otra vez, arriba y abajo. Mientras yo trataba de descansar porque sabía que eso no iba a terminar ahí, sabía que en cualquier momento ibas a pedir que me pusiera boca abajo, con mi cola parada, así como te gusta para penetrarme nuevamente.

Aún no me reponía, aún estaba cansada, nisiquiera estaba lo suficientemente lubricada cuando me obligaste nuevamente a ponerme en esa posición para nuevamente penetrarme. Al principio fue doloroso sentir cómo entrabas, forzando tu pene contra mi cuerpo, hasta que poco a poco fui cediendo, hasta que tuve que dejar que hicieras conmigo lo querías.

Qué noche aquella!! Y ahora sólo puedo pensar en nuestro próximo encuentro.