1
kilo de harina
2
cucharaditas de sal
2
cucharaditas de levadura en polvo
2
cucharadas de aceite de oliva
Esencia
de Albahaca
Agua
tibia
Aceitunas
deshuesadas
Mientras
juntaba los materiales pensaba en su marido, hace tiempo que no tenían esa
intimidad que a ella tanto le gustaba, recordaba cuando él la tomaba entre sus
manos, le gustaba ver su piel blanca contra la piel morena de él.
En
un pequeño cuenco puso la levadura y fue lentamente agregando agua tibia y
revolviendo suavemente, sentía la tibieza de la mezcla pero sus pensamientos
estaban lejos.
Cernió
la harina, le agregó sal, la levadura tibia y el aceite de oliva. Los olores se
mezclaban en el ambiente mientras amasaba la mezcla imaginando lo maravilloso
de la época en que desnudaba a su marido lentamente para luego llenarse las
manos de su cuerpo. Ahora solo la masa iba tomando forma bajo sus manos.
Agregó
un chorrito de esencia de albahaca, el olor le recordaba a esos días que se
perdía en el fondo de la huerta mientras él la perseguía para atraparla apoyada
en un árbol, sus manos subían por sus muslos mientras ella sentía desvanecerse.
La
mezcla se pegaba en sus manos, entendió que debía agregarle más harina.
Suavemente espolvoreaba un poco más de harina mientras pensaba que ya era
tiempo de hacer algo.
Cuando
ya la masa estaba buena le agregó las aceitunas deshuesadas y picadas, se comió
un par y reservó otras tantas, siguió amasando mientras sentía cómo su libido
iba en aumento igual que la levadura en la masa.
Armó
los pancitos decidida a retomar su vida intima tanto tiempo dejada de lado, los
adornó con las aceitunas que reservó, abrió el horno y los dejó dentro.
Se
fue al dormitorio donde él retozaba después del almuerzo. “Amor, el pan ya está
en el horno” Él levantó la mirada, la vio quitarse el delantal y dejarlo caer
al suelo mientras lentamente iba desabrochando su blusa.
Con
sus pechos al aire y una sonrisa se acercó a su boca y le dijo “En 40 minutos
más el pan estará listo”
* Receta proporcionada por mi amiga Lucía